Como hombre del siglo pasado, y aún más, para mejor o peor, del pasado milenio,
he sido testigo del paso agigantado del tiempo, de los devoradores cambios
y de los voceros de la ira de Dios anunciando el fin del mundo. Ya no basta
con preguntarse como será la muerte individual, sino que se pregunta por el
destino fatal de la humanidad. ¿Era así hace unos años atrás?
¿Existía esta sensación de desolación, de término, de permanente peligro?
¿Era tal la amenaza inminente de los conspiradores del poder?...
¿servirá de algo mi pequeña rebelión? ¿en qué va a terminar todo esto?
Y vaya uno a saber cómo va a terminar si es que va a terminar...
y como no sabemos ni podemos saber cómo serán los tiempos que vendrán,
nos queda sólo imaginar cómo será o como queremos que sea...
(Eduardo Galeano)